El principal activo del Banco de México radica en la credibilidad y en la confianza de la población mexicana en que proveerá al país de moneda nacional y mantendrá la estabilidad de precios.
La credibilidad se forja con transparencia y rendición de cuentas, como prácticas permanentes y necesarias para mejorar la eficacia y el impacto de la política monetaria. Una institución que explica claramente sus estrategias y objetivos, y que cumple con su mandato, se vuelve creíble e incrementa la confianza de la población en que el dinero que emite es un medio de pago eficiente que puede ser utilizado sin que pierda su valor.
Para lograr una economía sostenible, es importante llevar a cabo acciones encaminadas a proteger el medio ambiente. Por ejemplo: Aprovechar las energías renovables, adoptar procesos que no contaminen ni el agua ni el aire, reducir la emisiones de efecto de gases invernadero y respetar la biodiversidad, entre otros.
¿Por qué es importante la confianza? Si el público la tiene en el actuar de las autoridades, incorporarán dichas acciones en la determinación de su propio comportamiento. Como resultado, aumenta la probabilidad de que las autoridades consigan sus objetivos. Además, la confianza alimenta la legitimidad de las políticas. Con ella, el público estará más dispuesto a aceptar acciones que impliquen costos en el corto plazo a cambio de beneficios en el largo. En pocas palabras, la confianza es vital para la efectividad de las políticas.
Ahora bien, la confianza se adquiere encadenando cumplimientos de objetivos. De ahí la importancia de establecer metas de política claras, pues proveen una referencia contra la cual las acciones de política pueden ser evaluadas: el éxito o el fracaso de las mismas se puede identificar. Pero establecer objetivos únicamente no es suficiente. Las autoridades deben también tomar acciones decisivas en persecución de los mismos, en particular cuando el entorno cambia.
También existe un proceso de retroalimentación positivo en la dinámica de la confianza. Si las políticas son efectivas y legítimas, será más fácil para las autoridades la consecución de sus objetivos, lo que a su vez retroalimenta la confianza, entrando así en un círculo virtuoso. Sin embargo, esta dinámica también puede operar en sentido inverso y, en ocasiones, a gran velocidad. En el extremo, si la confianza se evapora, la capacidad de hacer políticas públicas efectivas desaparece. Por tanto, un reto permanente es preservar la credibilidad, lo que requiere que haya consistencia intertemporal en las políticas públicas. Para este propósito los arreglos institucionales pueden ser muy valiosos.
Para ilustrar el valor de la confianza usemos un ejemplo, la naturaleza del dinero. La convención social del dinero, como hoy lo conocemos, se sustenta en la confianza que le dispensa el público. Y siendo el dinero el embrión de todo el sistema financiero, la estabilidad de este último depende por tanto de la confianza.
El dinero fiduciario es un activo que no tiene valor intrínseco. Su valor se desprende de la convención social que lo respalda, junto con la institución que permite su operación, es decir el banco central. El dinero sólo tiene valor hoy si el público tiene la confianza de que otros van a honrar ese valor, hoy y en el futuro. Esto asegura que cuando una persona lo quiera utilizar tenga la certeza de que va a ser aceptado y que habrá firmeza en el pago. Por tanto, su valor se deriva de la confianza. De ahí el enorme poder que comanda quien emite el dinero. Sin embargo, dicho poder conlleva una gran responsabilidad: quién hace mal uso de la capacidad de emitir moneda, despoja al dinero de su valor y la sociedad lo rechaza.
Del otro lado de la moneda, cuando un banco central tiene autonomía para dirigir la política monetaria de un país, lo compromete a ser transparente y rendir cuentas. Esta apertura genera credibilidad y, con el tiempo, buena reputación. De lo anterior podemos inferir que la claridad de objetivos, una planeación de largo plazo y el manejo prudente y responsable son algunos elementos clave en la tarea de provisión de la moneda nacional del banco central, para que este pueda mantener su mayor activo que es la confianza del público.
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