Tomo I: Antecedentes, fundación y despegue
II. Los años nuevos

 

6. Pinitos en banca central

 

6.3 El signo del antagonismo

La constante más significativa que marca la existencia del banco durante sus primeros años de vida es la oposición. Moreno Castañeda ha señalado que: El banco inició sus operaciones en un ambiente en que todo se resolvía en adversidad. Las condiciones externas le eran a tal punto hostiles que en muchos observadores se generalizaba la objeción de que su constitución había sido prematura”.[1]

Este antagonismo cobró múltiples formas, desde la indiferencia y la agresión política hasta el ataque periodístico, género en el cual sobresalió Félix F. Palavicini, enemigo acérrimo, entre otros, de Alberto J. Pani.[2] Este último relata en sus memorias cómo Palavicini se arrogó la tarea, en 1926, de destituirlo como secretario de Hacienda, a través de unos artículos difamatorios publicados en el periódico El Globo.[3] Al ser el banco obra de los esfuerzos de Pani, no resulta descabellado asociar las fobias profesadas a don Alberto con los ataques de que, a su vez, fue objeto el Banco de México.

La oposición y la guerra tenaz que experimenta el banco en su primera etapa de vida, se manifiesta —se concreta podría decirse— en sus relaciones con los demás bancos y en el rechazo de los billetes. Michael de Kock señala con acierto: En años recientes, ha llegado a admitirse en muchos países que el éxito de un banco central depende, en gran medida, del apoyo y cooperación sinceros de los bancos comerciales, apoyo y cooperación que pueden obtenerse efectivamente sólo si el primero se abstiene de competir de un modo directo con los segundos en sus negocios bancarios ordinarios...”.[4]

En esta primera etapa el banco fracasó en su intento de asociar a las demás instituciones bancarias del país. Ello se debió, en gran medida, a las atribuciones de banco comercial que su ley orgánica le concedía, pero también a la filosofía que subyace en las disposiciones de ese ordenamiento: la asociación sería conseguida voluntariamente, nada debería establecerse compulsivamente o por obligación. El banco se arraigaría por la fuerza de la costumbre y como resultado de su omnipresencia... Los bancos comerciales, entonces, estuvieron ante la disyuntiva de asociarse o no, según su conveniencia, y la mayoría prefirió declinar la posibilidad de hacerlo. Ante el ambiente de desconfianza e incertidumbre optaron por mantenerse a la expectativa esperando, quizás, la decadencia y muerte inevitable del banco fundado por los revolucionarios”.

La historia de la asociación al Banco de México es fiel reflejo del ambiente de animadversión en el cual nació. El banco nunca llegó a tener más de cinco asociados a la vez y las operaciones de redescuento y crédito que con ellos sostuvo fueron de mínima consideración. El Banco de Londres y México y el Banco de Sonora se asociaron al de México al otorgarse la escritura constitutiva de la sociedad, el primero suscribiendo 13 mil acciones y el segundo 2 mil (valor de la acción: mil pesos).[5] A ellos le siguieron, tiempo después, el Banco Nacional de México y el Banco Refaccionario de Occidente. El Banco Nacional de Crédito Agrícola, fundado por el gobierno en febrero de 1926, con capital netamente estatal y con la ayuda financiera del Banco de México, nació ya asociado”.[6] En efecto, el Banco de México tuvo que facilitar en forma de crédito los fondos adicionales requeridos para completar la aportación inicial del capital: 5 millones de pesos. Baste mencionar, para que se aprecie hasta qué punto la institución actuó como prestamista de emergencia, que la solicitud se hizo alegando lo perentorio del plazo”, ya que el Banco Agrícola abría sus puertas al día siguiente.[7]

Los dos más importantes, el Banco Nacional de México y el de Londres y México, resultaron asociados por razones de tipo circunstancial y no por impulso e iniciativa propias. Su suscripción se vincula con el problema de la deuda pública y el pago de la misma. La deuda flotante reportada en diciembre de 1927 por Sterret y Davis ascendía a un total de 161.6 millones de pesos, de los cuales 51.3 millones correspondían a la llamada deuda con los bancos mexicanos.[8] Esta última se origina de las exacciones y préstamos forzosos sufridos por los bancos durante la Revolución y cuyo pago demandaron éstos al gobierno una vez terminada la contienda. De 84.1 millones de pesos que el gobierno debía a los bancos originalmente, para diciembre de 1927 se había reducido a la cifra previa. Los acreedores más importantes resultaron ser el Banco Nacional y el de Londres y México; el primero con un adeudo de 40 millones y el segundo con 21.8 millones de pesos. El gobierno presentó a esas instituciones unos planes de liquidación que éstas aceptaron a regañadientes, en los cuales se incluía la entrega de acciones del Banco de México tomadas a la par. De esa manera, tanto el Banco de Londres como el Nacional fueron de una manera sutil obligados a asociarse al de México, recibiendo títulos nominativos por 1 920 000.00 y 1 300 000.00 pesos, respectivamente.[9] El Banco Refaccionario de Occidente constituyó un caso raro de asociación, ya que sólo permaneció como tal cuatro años y su separación se produjo sin mediar motivo aparente. A juzgar por la información disponible, este banco no utilizó los privilegios crediticios que como asociado la ley le otorgaba, con lo cual, se puede decir, su membresía fue de hecho meramente formal.

El único banco que se asoció voluntariamente y que operó como tal fue el Banco de Sonora. Se ha dicho que el de Sonora se inscribió, y ...actuó como banco asociado por obvias razones políticas, ya que habría resultado inconcebible que un banco influyente del estado natal de Calles y Obregón no se asociase al Banco de México...”.[10]

El relato de las operaciones bancarias con las instituciones asociadas tampoco es muy feliz, tanto por el reducido volumen e intensidad de las mismas como por el infortunado desenlace de dos de ellos: el Banco de Crédito Agrícola y el Banco de Sonora. En un informe presentado al Consejo de Administración en septiembre de 1931 se anunció que, desde su fundación, el banco había realizado operaciones de redescuento por la modesta suma de 12 millones de pesos.[11] Lo reducido de este monto se explica, también entre otras razones, porque uno de sus asociados más importantes, el Banco Nacional, nunca efectuó las operaciones señaladas por la ley para las instituciones con ese carácter: el redescuento y la apertura de créditos en cuenta corriente. En el cuadro 15 se presenta la evolución de esas operaciones en el periodo de 1925 a 1930. Es pertinente hacer varias observaciones sobre estas estadísticas; la primera de ellas, que el redescuento y los créditos en cuenta corriente no eran las únicas operaciones permitidas para los bancos asociados, aunque sí las más importantes. Según el artículo 18 de la ley orgánica, el Banco de México podía, además de las anteriores, descontar aceptaciones, hacer anticipos sobre letras documentarias de cambio, descontar bonos de caja y de prenda y realizar otras operaciones que no estuvieran expresamente prohibidas por la misma ley; lo cual le daba a la institución, como se verá más adelante, un amplio margen de latitud en sus actividades con los asociados.[12] Habría que agregar también el asunto de los sobregiros a sus asociados, pero éstos en realidad se concedieron muy esporádicamente. En efecto, el banco permitió eventualmente a los bancos suscriptores que se sobregiraran en sus cuentas de cheques, lo cual constituye una forma indirecta de conceder crédito.

Tómese, por ejemplo, el caso del Banco de Sonora, cuyas sucursales en Cd. Obregón, Culiacán, Guaymas, Navojoa, Nogales y Cajeme, tenían en junio de 1929 un saldo deficitario consolidado de 301 468 pesos.[13] Además, la ley no señalaba restricción alguna de plazo por lo que se refiere al otorgamiento de créditos en cuenta corriente a sus asociados.[14] Esto se refleja en los datos del cuadro 15, que muestran que esos préstamos se concedieron sobre plazos largos, algunos de los cuales se mantuvieron vigentes por periodos de hasta dos años, como aquel de 2 millones de pesos concedido al Banco de Crédito Agrícola. Las dificultades crediticias del Banco Agrícola con el de México fueron resultado de la desafortunada trayectoria evolutiva del primero de ellos. Sterret y Davis indicaron en 1928 que las amplias facultades concedidas por su ley orgánica a los directores del Banco de Crédito Agrícola podrían ser causa de grandes pérdidas para la institución, y la práctica demostró cuán ciertos estaban.[15]

CUADRO 15
OPERACIONES DE REDESCUENTO Y CRÉDITOS
EN CUENTA CORRIENTE CON BANCOS ASOCIADOS,
DICIEMBRE DE 1925-1928 A 1930 Y JULIO DE 1927
(miles de pesos)
REDESCUENTOS
Nombre
Diciembre,
1925
Julio,
1927
Diciembre,
1928
Diciembre,
1929
Diciembre,
1930
Banco de Sonora
160.4
224.5
1,250.0
1,087.1
Banco de Londres y México
771.4
278.4
995.8
1,958.7
Banco de Crédito Agrícola
33.7
TOTAL
160.4
995.9
278.4
2,245.8
3,079.5
CRÉDITOS DE CUENTA CORRIENTE
Nombre
Diciembre,
1925
Julio,
1927
Diciembre,
1928
Diciembre,
1929
Diciembre,
1930
Banco de Sonora
400.0
400.0
350.0
350.0
Banco de Londres y México
1,000.0
1,500.0
1,500.0
1,500.0
Banco de Crédito Agrícola
2,000.0
2,000.0
3,350.0
3,350.0
TOTAL
3,400.0
3,900.0
5,200.0
5,200.0
Fuente: Banco de México, Libros de relaciones de balance”, diciembre de 1925, núm. de archivo 678; agosto de 1927, núm. de archivo 498; diciembre de 1928, núm. de archivo 690; diciembre de 1929, núm. de archivo 619; diciembre de 1930, núm. de archivo 611.

Los problemas empezaron, desde un principio, en el choque del esquema ideal con la ruda realidad... Desde 1926 comenzaron a operarse los préstamos que inocentemente se denominaron de favor”, es decir créditos a generales o personas importantes que acudían al banco a menudo sin recomendación alguna, pero consideraban que su influencia sería suficiente —y lo era— para refaccionar sus recién habidas haciendas o para comprar nuevas... El hombre más favorecido con los préstamos de favor en 1926 resultó ser el general Álvaro Obregón, quien embarcó al banco en la compra de la Compañía Richardson, que comerciaba con garbanzo en las ricas tierras del Valle del Yaqui.[16]

Para 1929, los consorcios agrícolas del general Obregón tenían considerables compromisos con el Banco Agrícola. Según Miguel Palacios Macedo, cuando Elías de Lima, a la sazón director del Agrícola, supo del asesinato del caudillo sonorense, entró en tal fase de angustia que también falleció”.[17] Sin embargo, el año del desastre fue 1930, cuando los políticos optaron no sólo por usufructuar libremente de los recursos del banco sino retirar consejeros a su arbitrio, tomar fondos y granos propiedad del banco, y a puro 'dedazo' enviarlos a regiones 'de situación alarmante' con ignorancia total del mecanismo bancario”.[18]

Los problemas con el Banco de México surgen a mediados de 1929, cuando el de Crédito Agrícola solicita un préstamo, al parecer ya de emergencia, para poder continuar su actividad normal”; el monto: 1 958 000 pesos. Para esa fecha la institución ya tenía con el de México un saldo de 4 millones de pesos sin garantía prendaria”, según lo expuesto en el consejo por Gómez Morin. Para que se compruebe el estado financiero del Banco de Crédito Agrícola, basta citar el siguiente dato proveniente del recuento de sus adeudos con el de México: debe dos millones en cuenta corriente con garantía prendaria, de cuya prenda dispuso el Banco Agrícola, habiendo ofrecido reintegrarla sin que lo haya hecho a la fecha”.[19]

Por ese tiempo, el saldo del Banco Agrícola ya rebasaba el límite del 5% sobre el capital exhibido del Banco de México señalado por la ley orgánica de este último.[20] Para poder realizar la operación, el Consejo de Administración le impone al de Crédito Agrícola y al gobierno federal dos condiciones: la primera que la Tesorería de la Nación acepte el traspaso a su cuenta de 1 800 000.00 pesos para que el saldo del Agrícola quede ya dentro de los márgenes exigidos por la ley, y que estos préstamos resulten garantizados con las mejores prendas existentes en el activo del deudor, entre las cuales se encontraba la Empresa Abastecedora de Aguas de Torreón. De este acuerdo surgió un contrato para garantía de esos adeudos que daría a las autoridades legales del banco muchos dolores de cabeza, y que quedó firmado finalmente hasta noviembre de ese año de 1929.[21]

Como resultado de lo sucedido con el Banco de Crédito Agrícola en 1930, esta institución no puede liberar sus compromisos y en diciembre de 1931 la Secretaría de Hacienda propone al de México el traspaso de la Empresa Abastecedora de Aguas de Torreón para facilitar el pago del adeudo” pendiente.[22] La entrega de ese bien garantizaba el crédito de 3.3 millones de pesos que el Banco Agrícola tenía con el de México.[23]

Otro caso de infortunio resultó ser el del Banco de Sonora. Las dificultades de este asociado se inician en 1929, a raíz de la llamada sublevación escobarista”. Con este motivo, solicita del Banco de México un préstamo de un millón de pesos para legalizar su situación de reservas, ya que como consecuencia de ese movimiento había sufrido retiros por 2.5 millones de pesos. La situación implicaba cierta alarma; la Comisión Nacional Bancaria había conminado a ese banco: o regularizaba sus márgenes de reserva y reiniciaba sus actividades o debería entrar en liquidación inmediata.[24]

Al parecer, los problemas del Banco de Sonora estaban sólo por empezar. Desde ese momento hasta octubre de 1931, en que entró en quiebra, esa institución solicitó y obtuvo cuatro créditos más aunados al anterior, sin que por ello pudiera salvar su angustiosa situación.[25] El colapso del Banco de Sonora demuestra el grado en que el desarrollo de una institución bancaria depende de la paz y el bienestar económico del lugar donde se desenvuelve. Hay tres circunstancias clave en la historia de la quiebra de dicho banco: la crisis bancaria de los Estados Unidos, la situación de anemia económica en que se postró el estado de Sonora a raíz de la expulsión de los chinos de esa provincia, y la grave depresión productiva que asolaba al mundo en general:

...el estado de Sonora atraviesa por delicada situación económica, debida a la expulsión de los chinos de aquel Estado, los cuales, además de haberse apresurado a retirar sus depósitos de los bancos, han afectado seriamente al comercio y a la industria locales cuyas actividades controlaban. Que (se) estima que por ese motivo han salido de dicho Estado de doce a catorce millones de pesos aproximadamente.[26]

El Banco de Sonora sostenía lazos muy estrechos de relación con todas las instituciones bancarias de la costa noroeste del país, pero sus nexos más sólidos lo fueron con una filial bancaria de Nogales, Arizona: el Sonora Bank and Trust Co. El Banco de Sonora era deudor del Sonora Bank and Trust por una cantidad de 130 mil dólares; y el punto culminante de la crisis se alcanza cuando el 11 de noviembre de 1931 el examinador del Federal Reserve, que supervisaba al Sonora Bank, lo emplaza con declarar su clausura si a las 9 de la mañana del día siguiente no ha cobrado esa suma del de Sonora.[27] En esta situación, el señor Mascareñas expresa que el Banco de México no debe ya seguir extendiendo su ayuda a esa casa bancaria, con lo cual, un mes después, o sea en diciembre de 1931, la única institución que se había asociado libre y voluntariamente al Banco de México es declarada en estado de liquidación.[28]

Uno de los primeros investigadores en documentar el antagonismo experimentado por el Banco de México fue Enrique Krauze. En su libro sobre el periodo callista relata el conflicto surgido en febrero de 1926 entre el banco y otra institución crediticia del noroeste, la Compañía Bancaria, Mercantil y Agrícola de Sonora.[29] El origen de la disputa fue en realidad un motivo baladí, relacionado con 35 000 pesos que dizque el banco no había enviado puntualmente a esa empresa. Sin embargo, la razón fundamental que subyace en el caso, al igual que en los demás conflictos que tuvo el banco con otras instituciones de crédito, provino de la competencia comercial que sus actividades significaban. En una sesión del consejo se declaró lo siguiente: El licenciado y consejero Guillermo Obregón manifestó que los bancos de Nuevo León consideran que si el banco prescinde de sus sucursales en los Estados, las cuales actualmente constituyen formidables competidores de los bancos locales, se logrará que éstos se asocien al banco”.[30]

Los autores de la ley orgánica de 1925 fueron lo suficientemente sagaces como para permitir implícitamente que el banco pudiera ejercer la función de banco de bancos aún con instituciones no asociadas. Ello le daría a la empresa mucho más ductibilidad y libertad en sus atributos de instituto central. La ley era muy clara: el redescuento y la concesión de créditos en cuenta corriente eran privilegios reservados a los bancos asociados; pero el banco, en su carácter de banco comercial, podía operar directamente como tal con otras instituciones de crédito.[31]

Los registros contables son muestra del crédito que el banco concedió a instituciones no asociadas. Esto se hizo a través de operaciones de préstamo y descuento y también en función de formas crediticias especiales. En las relaciones de balance aparece la cuenta Garantías y créditos especiales”, la cual registra que, entre julio de 1927 y diciembre del mismo año, el Banco Germánico recibió un préstamo por 234 000 dólares. Otra cuenta, Deudores por garantías y créditos especiales”, consigna financiamientos a la Caja de Préstamos, al Banco Mexicano de Comercio e Industria y al Equitable Trust Co. de Nueva York. En el registro de Deudores diversos” es posible localizar también a otros bancos no asociados al de México. Entre 1925 y 1930 fue posible detectar a 16 bancos que estuvieron en esta tesitura, entre ellos, la Comisión Monetaria, los bancos de Querétaro, Guerrero, Hidalgo, Morelos y el Banco Mercantil de Veracruz.[32] Al igual que con los bancos asociados, el asunto más interesante es el de los sobregiros en las cuentas de cheques. Esa fuente indirecta de conceder financiamiento también fue utilizada con algunos bancos no asociados, aunque en realidad, cabe conceder, como lo muestra el cuadro 16, que el monto de esos sobregiros no fue de gran consideración.

CUADRO 16
MUESTRA DE LOS SOBREGIROS EN CUENTA DE CHEQUES DE BANCOS NO ASOCIADOS,
1925-1930
CUENTAS EN PLATA (pesos-plata)
Banco
Diciembre,
1925
Agosto,
1927
Diciembre,
1928
Diciembre,
1929
Diciembre,
1930
Canadian Bank
159,054
366,082
5, 315
75,304
3,093
Banco de Montreal
46,671
11,830
2, 049
23,913
Cia. Bancaria de París y México
84,635
71,598
Crédito Español
252,828
48,025
18 ,690
20,290
Anglo South American Bank
99,821
160,926
2,710
CUENTAS EN ORO (pesos-oro)
Banco
Diciembre,
1925
Agosto,
1927
Diciembre,
1928
Diciembre,
1929
Diciembre,
1930
Canadian Bank
273,312
69,171
4,281
3,799
Banco de Montreal
24,186
Banco Germánico
63,952
13,402
335
6,648
13,451
Cia. Bancaria de París y México
9,052
4,155
4,803
9,395
Crédito Español
35,644
10,781
7,575
10,224
Fuente: Banco de México, Relaciones de balance”, diciembre de 1925, núm. de archivo 678; agosto de 1927, núm. de archivo 498; diciembre de 1928, núm. de archivo 690; diciembre de 1929, núm. de archivo 619; diciembre de 1930, núm. de archivo 611.

[1] Gilberto Moreno Castañeda, La moneda y la banca en México, Guadalajara, Imprenta Universitaria, 1955, p. 822.

[2] Véase para este punto, Banco de México, Actas del Consejo de Administración”, libro 3 p. 3, 15 de junio de 1927, acta 106.

[3] Alberto J. Pani, Apuntes autobiográficos, vol. 2, México, Librería de Manuel Porrúa, 1951, p. 15.

[4] Michael A. de Kock, Banca central, México, FCE, 2a. reimpresión, 1970, p. 23.

[5] Ley que crea al Banco de México”, Exposición de motivos” (25 de agosto de 1925), en Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Legislación sobre el Banco de México, México, 1958, p. 83.

[6] Enrique Krauze, La reconstrucción económica. Historia de la Revolución Mexicana, 1924-1928, vol. 10, México, El Colegio de México, 1977, p. 44.

[7] Banco de México, Actas...”, libro 1, p. 67, 5 de marzo de 1926, acta 29.

[8] Joseph E. Sterret y Joseph S. Davis, The Fiscal and Economic Condition of Mexico, Nueva York, 1928, pp. 250-251.

[9] Ibid., pp. 10-11.

[10] Krauze, op. cit., p. 44.

[11] Banco de México, Actas...”, libro 6, p. 74, 23 de septiembre de 1931, acta 372.

[12] Ley constitutiva del Banco de México” (25 de agosto de 1925), art. 18, en Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Legislación sobre el Banco de México, 1958, p. 96.

[13] Banco de México, Depto. de Auditoría, Libro de relaciones de balance”, junio de 1929, núm. de archivo 613, f. 65.

[14] Ley constitutiva...”, op. cit., art. 18, fracción II, p. 96.

[15] Sterret y Davis, op. cit., p. 156.

[16] Krauze, op. cit., p. 158.

[17] Entrevista Miguel Palacios Macedo-Eduardo Turrent Díaz (ETD), marzo de 1980.

[18] Krauze, op. cit., p. 158.

[19] Banco de México, Actas...”, libro 4, p. 100, 2 de agosto de 1929, acta 214.

[20] Ley constitutiva...”, op. cit., art. 18, p. 96.

[21] Banco de México, Actas...”, libro 4, p. 137, 22 de noviembre de 1929, acta 229.

[22] Ibid., libro 6, p. 118, 9 de diciembre de 1931, acta 384.

[23] Ibid., libro 6, p. 133, 30 de diciembre de 1931, acta 387.

[24] Ibid., libro 4, p. 71, 24 de mayo de 1929, acta 203.

[25] Ibid., libro 4, p. 71, 24 de mayo de 1929, acta 203, y p. 118, 27 de septiembre de 1929, acta 221; libro 6, p. 70, 9 de septiembre de 1929, acta 370, y p. 89.

[26] Ibid., libro 6, p. 96, 28 de octubre de 1931, acta 378.

[27] Ibid., libro 6, p. 101, 18 de noviembre de 1931, acta 381.

[28] lbid., p. 102.

[29] Krauze, op. cit., pp. 45-46.

[30] Banco de México, Actas...”, libro 4, p. 84, 21 de junio de 1929, acta 207.

[31] Ley constitutiva...”, op. cit., art. 21, p. 97.

[32] Banco de México, Departamento de Auditoría, Relaciones de balance”, 1925-1930, núms. de archivo 601-611, 613ยท619, 626-631 y 674-690.

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